¿Qué es una concepción del mundo?
Este texto se inicia respondiendo a la pregunta que plantea, señala que una concepción del mundo no es un conocimiento en el sentido en que lo es la ciencia positiva. Una concepción del mundo sería, en cambio, una serie de principios que dan razón de la conducta de un sujeto, reacciones rápidas y acríticas a una serie de estímulos morales, una serie de principios o creencias que están explícitas en la consciencia de la vida cotidiana.
Estos elementos de la cultura cotidiana están explícitos en la cultura y en la sociedad y esta contiene, además, una serie de afirmaciones respecto a la naturaleza del mundo físico y a la vida, así como también un código de estimaciones de conducta. Sin embargo, el hecho de que estos elementos estén explícitos en la sociedad y la cultura no quiere decir que se pueda averiguar a partir de ellos cuál es la concepción del mundo realmente activa en esa sociedad porque estos no son un reflejo directo de la realidad social. Este reflejo muchas veces tiene mucho de ideología, detrás de un principio se puede entrever otras creencias.
Pero para establecer una relación entre la concepción del mundo y la ciencia positiva basta con atender a los aspectos de cada una. Las concepciones del mundo, por ejemplo, solían siempre estar basadas en puntas concentradas y conscientes en forma de credo religioso-moral o de sistema filosófico. Pero esto se dio hasta el siglo IXX, época en la que las ciencias positivas le arrebatan a la filosofía sistemática diferentes campos temáticos y esta responde afirmando un repertorio de supuestas verdades superiores a las de toda la ciencia, la concepción del mundo quiere ser un conocimiento real del mundo de la misma manera en que lo es la ciencia.
Ante esto la ciencia logra imponer su posición ya que se basa en un conocimiento intersubjetivo. Esto quiere decir que todas las personas adecuadamente preparadas pueden entender su formulación del mismo modo y esto es algo de lo que carecen la filosofía sistemática y los dogmas religiosos. Así, el conocimiento científico-positivo va destronando al conocimiento de las cosas del mundo y al pensamiento de la filosofía sistemática tradicional.
De esta manera, el no resistir a la falsación y el no ser un conocimiento intersubjetivo es lo que diferencia a la concepción del mundo del conocimiento científico, pero esta diferencia no quiere decir que no se relacionen mutuamente. Ambas están relacionadas, pueden apoyarse, y se debe ser consciente de esta relación para poder diferenciarlas.
LA CONCEPCIÓN MARXISTA DEL MUNDO
La concepción marxista (“concepción materialista y dialéctica del mundo”) aspira a terminar con la obnubilación de la consciencia, con la presencia en la conducta humana de factores no reconocidos o idealizados. Esta liberación de la consciencia presupone la liberación de la práctica, y esto porque la concepción marxista del mundo no se considera superior al conocimiento positivo; la concepción marxista no es una filosofía sino una simple concepción del mundo que tiene que sostenerse en las ciencias reales. En ella queda superada la filosofía en cuanto a su forma y preservada en cuanto a su contenido real.
No se supone a la filosofía como un sistema superior a la ciencia sino como un nivel del pensamiento científico. El de la inspiración del investigar y de la reflexión sobre su marcha y sus resultados.
No se puede dar la explicación a unos fenómenos a través de otros fenómenos, la realidad debe ser explicada a partir de sí misma. Este materialismo es uno de los dos principios fundamentales de la “concepción comunista del mundo”. El otro es el principio de la dialéctica que se inspira y parte de las limitaciones del hacer científico-positivo.
El materialismo se realizaría, entonces, a través de una metodología analítico-reductiva mediante la eliminación de factores irracionales en la explicación del mundo a través de una reducción analítica de las formaciones complejas generando modelos más simples y homogéneos. Esto podría conducir a que el aspecto cualitativo pierda relevancia pero permite introducirse mejor en la realidad y producir mejores conceptos.
Esto podría llevar a que se pierda una parte de lo concreto, una parte decisiva para la individualización de los objetos; pero la tarea de la dialéctica materialista consistiría aquí en recuperar lo concreto sin hacer intervenir más datos que los materialistas del análisis reductivo.
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